
También en el famoso tour de mis entradas se visitó Los Angeles. Al revés que con Las Vegas, mis ganas por ir a Los Angeles eran inhumanas. Sin embargo, el impacto fue menor.
Ya que había idealizado la ciudad, cuando llegamos, ya al final de nuestro trayecto, fue un poco decepcionante. La ciudad en general estaba poco cuidada, se le saca poco partido. Esto no significa que no fuera un buen destino, simplemente, no era el mejor.

Bien, pues la misma tarde de nuestra llegada nos pusimos en marcha para encontrar las tan conocidas estrellas del Paseo de la fama. Y no fue difícil. Para mi sorpresa, vimos que las estrellas estaban desperdigadas por gran parte de las calles de la ciudad. Me sorprendió verlas al lado de un vertedero, en zonas marginales... aunque también era increíble pisar las calles por donde algunos de mis ídolos habían recibido su estrella.

Por la noche visitamos el Pier de Santa Monica. Aquello fue lo mejor de Los Angeles, aunque teóricamente, no era Los Angeles. Santa Monica era otro rollo, playas preciosas y una feria bastante 'guay'. Los yankees borrachos o con los patines, como en las pelis. Me gustó mucho. Luego cenamos en el restaurante Bubba Gump, al que voy siempre que lo veo en Estados Unidos.

Al día siguiente fuimos a ver el teatro Kodak, el teatro chino, las huellas de los pies y manos y las firmas, y el resto de las estrellas que faltaban por ver. Marilyn Monroe, Michael Jackson, Silvester Stallone... entre otros. Por la tarde vimos Beverly Hills, Rodeo Drive y demás. Nada que ver con el resto de la ciudad, este barrio sí estaba muy cuidado. El escenario de múltiples películas, la más conocida Pretty Woman Curioso. Más tarde, intentamos acercarnos al cartel de Hollywood, pero también fue una decepción. Lo más cerca que se podía ver era desde el observatorio Griffith, y era lejísimos...

El último día y a toda prisa vimos Venice Beach. Esto también me encantó. También era completamente diferente. Era la zona 'hippie'. Una playa preciosa, unos graffitis muy originales y grandes artistas a lo largo del camino: pintores, bailarines, músicos... todos con un rollo reggae o hippie. Lo que más me gustó: el graffiti de Jim Morrison y la comida.

Aquí se acababa el tour, era la última parada. Aunque no tan impresionante como San Francisco o Las Vegas, L.A. también es un destino recomendable, especialmente si planificas bien tu tiempo y tu viaje.
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